Érase una vez, en el
Reino de Castilla, un Rey preocupado. Pues tenía una preciosa hija que pronto
cumpliría dieciocho años y que debía casarse si quería convertirse en Reina.
Pero la Princesa Catalina era cabezota, y no quería casarse con cualquiera.
Quería casarse por amor, como las princesas de los cuentos. Ella soñaba con un
príncipe guapo y encantador, que la llevara en su alto y blanco caballo por los
verdes pastos. Un príncipe con quien pasear al atardecer por los alrededores
del castillo entre risas y abrazos.
Al Rey Rodrigo se le
acababa el tiempo, y como Catalina no conocía a ningún príncipe azul, le dijo:
- Vendrán los príncipes
herederos de la península, y entre ellos elegirás a tu futuro esposo.
Catalina no estaba de
acuerdo, no quería casarse por nada del mundo obligada por su padre, debía ser
una historia de cuento de hadas, como los que leía hasta altas horas de la
madrugada entre las sábanas y que tanto la habían hecho soñar.
- No, no y no – pensaba
Catalina. Algo se le ocurriría para no tener que casarse todavía.
Faltaban apenas unos
meses para el cumpleaños, pero su padre, para intentar convencerla ya la había
dado su primer regalo. Era una pulsera de oro. Una maravillosa pulsera de la
que colgaban unos adornos preciosos y era solo suya. Pero de pronto llamaron a
la puerta y se rompió la magia:
- El príncipe Dante de
Asturias, el príncipe Diego de Galicia y el príncipe Durán de León. Anunció el
ayudante del Rey.
- ¡No puede ser! ¡Papá!
– dijo Catalina con un ligero mareo.
Entraron los tres
príncipes en la sala, con aires de grandeza y vista al frente.
- Vaya rollo – pensó
Catalina.
Dante era muy guapo,
pero parecía bastante soso. Diego era delgaducho y feo, pero muy sonriente. Y
Durán era… diferente. No parecía un príncipe, más bien un escudero. Era bajito,
gordo y no muy agraciado.
- Nooooooo. ¿Y ahora
que hago?, vamos piensa, piensa, piensa… – decía Catalina en voz baja una y
otra vez.
Entonces se le
ocurrió una idea. ¡Estaba salvada! Si querían ganar su corazón, al menos debían
regalarle algo que ella quisiera más que nada en el mundo. Como no podía
enamorarse en cinco minutos de ninguno de ellos, ¿qué tenía de malo hacer que
se esforzaran un poco por ganarse su aprecio?
Al primero le pidió
un vestido tan dorado como el sol. Al segundo, un vestido tan plateado como la
luna, y al tercero un vestido tan brillante como las estrellas. Y partieron los
tres caballeros sin perder tiempo sobre sus bonitos caballos.
Al Rey no le había
hecho mucha gracia la petición de Catalina, pero no le quedó más remedio que conformarse.
Quien trajera el presente a la Princesa se casaría con ella.
Por desgracia para
Catalina, después de dos largos meses, que para ella no fueron tan largos,
llegaron los tres príncipes con orgullo y cargados de regalos para la chica.
- No me lo creo –
pensaba ella sin entender. ¿Qué hago? ¡Necesito más tiempo!
Abrió los paquetes y
allí estaban. Eran precisos. Tres vestidos únicos y diferentes. Uno dorado como
el sol, otro plateado como la luna y el último brillante como las estrellas.
Eran simplemente perfectos. Pero seguía sin querer casarse con ninguno de
ellos. De pronto, dijo:
- Muchas gracias por los vestidos, son preciosos. Estoy muy
agradecida, pero como los tres habéis cumplido con lo que os pedía, os propongo
otra cosa para terminar de decidirme. El que lo consiga será mi esposo y futuro
Rey de Castilla junto a mi. Quiero un regalo de boda, un abrigo hecho con la
piel de todos los animales que viven en el mundo. El primero que lo traiga
ganará mi corazón.
Partieron los tres al
atardecer, esta vez su tarea era más complicada, pero no se darían por vencidos
hasta conseguir lo que la joven les había pedido.
Casi cuatro meses
habían pasado y Catalina ya estaba tranquila pensando que había ganado a su
padre, pero no era así. Un día la puerta se abrió y apareció el joven Dante. La
Princesa lo miraba fijamente sin poder decir una palabra. ¡Había traído el
abrigo!
Por lo menos era el
mas guapo, pero tan soso... No le quería, no estaba dispuesta a pasar el resto
de su vida con él y menos compartir el Reino.
Ya estaba todo
dispuesto, el cumpleaños de Catalina iba a ser en una semana, y llegada esa
fecha, se casarían. Lo celebrarían por todo lo alto y serían felices y comerían
perdices. O eso es lo que decía el Rey Rodrigo al menos…
Al caer la noche,
Catalina metió en una bolsa los vestidos, se puso el abrigo, cogió su pulsera
con fuerza y huyó del castillo lo más rápido que pudo. No quería renunciar a
sus sueños, así que decidió que ni Reina, ni marido, ni castillo, ni nada. Se
fue sin mirar atrás y desapareció en el bosque.
Dormía de día y
andaba de noche. Pasaron muchas noches y muchos días, y aun más y más hasta que
no supo cómo contarlos. Había andado tanto… estaba tan cansada… y tan sucia… y
tan triste… un ruido la sobresaltó y ya era demasiado tarde para correr.
¡La guardia real la
había encontrado y la llevaban al castillo! Pero… ¡un momento! ¿dónde estaba?
Ese no era su castillo. ¡Salvada!
Se tapó con el abrigo
para que nadie la conociera por si acaso. El príncipe, al no conseguir saber su
nombre, de donde venía o que hacia en el bosque, llamó a Osorio, el cocinero.
- ¡Osorio! ¿puedes
venir por favor?
- Diga jefe – dijo el
descarado chef
- Esta niña va a
ayudarte en la cocina hasta que sepamos qué hacer con ella
- Bueno, algo
apañaremos. ¡Vamos hija, que yo te llevo!
Catalina no quería
decir quien era, si lo descubrían la llevarían de vuelta a Castilla y tendría
que casarse con Dante y no quería eso por nada del mundo. Así que ella
trabajaba duro y no hablaba apenas con nadie.
El príncipe Alonso,
como todos los príncipes, debía encontrar una buena esposa. Aunque a él eso no
le interesaba mucho, era su obligación si quería ser Rey. Los deberes de la
realeza siempre interrumpía sus sueños, pero debía ser un buen Rey para su
pueblo. Decidió dar una gran fiesta con la esperanza de encontrar alguna
joven con quien pasar un buen rato y posiblemente una vida agradable y feliz.
La fiesta duraría
tres días, y vendrían todas las muchachas casaderas de la península para
conocer al joven Alonso e intentar convencerle de que alguna de ellas era la
princesa de sus sueños.
Catalina, como buena
princesa, adoraba las fiestas y estaba deseando ir. Le pidió permiso a Osorio.
Como estaba todo preparado no tenían mucho más que hacer, así que el cocinero
dijo que si. Pero con una condición: debía volver a tiempo para prepararle al
príncipe la sopa que tomaba cada noche antes de irse a dormir.
Así lo hizo Catalina.
El primer día, se puso un vestido tan dorado como el sol. Cuando el príncipe la
vio no pudo evitar acercarse a ella, hablaron un poco y él intentó bailar con
ella, pero la chica no quería que la descubriera así que en cuanto pudo se fue.
Se puso su ropa de
trabajo, le preparó la cena y la subió a su habitación como le había dicho
Osorio, el cocinero. No dejaba de pensar en el joven príncipe, quería volver a
hablar con él, que la mirara de nuevo como lo había hecho. ¿Qué podía hacer?
Subió las escaleras,
llamó a la puerta, dejó un plato de sopa muy caliente y se fue. Pero antes de
irse, dejó caer uno de los colgantes de su pulsera, no sabia muy bien por qué
pero lo hizo.
Cuando el príncipe
acabo su cena, se fijo en un rincón del suelo, y encontró un pequeño objeto de
oro. ¿Qué era eso?
El segundo día se
puso otro vestido, tan plateado como la luna. Y estaba preciosa. Esta vez el
príncipe fue derecho a ella, y estuvieron bailando toda la noche.
Al llegar media
noche, Catalina corrió a vestirse con su ropa de nuevo. Hizo la cena del
príncipe, subió las escaleras, llamó a la puerta, le dejo el plato de sopa
caliente en la mesa, pero casualmente uno de los objetos de su pulsera calló dentro.
Cuando el príncipe lo
encontró estuvo pensando un buen rato. ¿Qué misterio se ocultaba tras esos
curiosos objetos?
El tercer día, la
princesa se puso el vestido tan brillante como las estrellas. Catalina estaba
nerviosa, había bailado con Alonso toda la noche y sentía que podía seguir haciéndolo
el resto de su vida. ¿Se había enamorado?
Se le hizo muy tarde
y no le dio tiempo a cambiarse de ropa. Se puso su abrigo por encima para que
no la descubrieran, hizo la sopa y la subió corriendo a la habitación del
príncipe. Esta vez dejó caer la última cuenta de su pulsera, al lado de la
copa, muy a la vista.
Cuando el príncipe
recibió la bandeja, no dejó que se fuera, y le preguntó si sabía algo de esos
pequeños objetos. Catalina negó con la cabeza. Alonso le pidió que se acercara
y que extendiera sus dos brazos, ella no puedo negarse. Al ver su pulsera
incompleta dijo:
- Sabía que eras tu. No
me importa quien seas ni de donde vengas, pero debes ser mi esposa. ¿Te gustaría?
La chica dijo que si,
no cabía duda, por fin se había enamorado y se habían cumplido sus sueños.
Vivirían felices para siempre, comerían perdices, pasearían por el campo y
nunca más tendría que ocultarse bajo toda clase de pieles.
Fin
¿A QUIÉN VA DIRIGIDA ESTA ADAPTACIÓN?
He pesando en niños
de 6 años para esta adaptación ya que creo que aunque es un relato largo, es
fácil de seguir. Está cargado de información pero es muy dinámico, por que
pasan muchas cosas, y a esta edad los niños ya son capaces de entender el
argumento de muchos cuentos.
Además, al ser una
historia de princesas, caballeros valeroso, romance, aventuras y un poco de
misterio, lo considero perfecto para introducirles una historia interesante y
entretenida con la que conocer las fábulas de siempre, con algún toque
histórico y mucha fantasía. Una combinación perfecta para la edad en que se
encuentran.
REFLEXIONES RESPECTO AL ORIGINAL
Esta es una
adaptación personal del cuento “Todo tipo de pieles”. Ya que está destinada a
niños en edad preescolar, he modificado algunas cosas del original.
No he tratado el tema
de la muerte. Aunque no se habla de la figura de la madre en todo el relato, no
he aludido ni a su muerte ni a su vida, por lo que la interpretación de la
falta de la misma en completamente libre. (En el original ella muere al dar a
luz a su preciosa hija).
En cuanto a lo que
pide la madre en su lecho de muerte a ese Rey triste y responsable, también he
modificado algunas cosillas. No se alude en absoluto a la idea de que el padre
volviera a casarse, aunque si se exige que la princesa Catalina contraiga
matrimonio para heredar el reino de Castilla y convertirse en reina, que es por
lo que ella acaba huyendo.
La herencia del
collar materno con la corona, la moneda y la alianza, en esta versión es una
pulsera con tres colgantes de oro. No se da importancia a qué es cada uno de
ellos, sólo a que pertenecen a la misma pieza y que es de la princesa.
Quizá lo más difícil
cuando escuché este relato era que el Rey era originalmente quien quería
casarse con su propia hija para que se convirtiera en su nueva Reina. En esta
versión, he decidido introducir a tres nuevos personajes, que deben ganarse el
afecto de la princesa superando las pruebas que ella les impone para
convencerla de quién es el más adecuado para ella. Este argumento lo hemos
visto en muchas películas y leído en muchos cuentos infantiles, creo que es una
manera de esquivar un tema complicado de explicar a los niños pero que mantiene
el argumento de la historia sin cambiarla demasiado.
Creo que la
adaptación respeta mucho el original, con un toque de cuento de hadas, quitando
los matices más duros y con alguna licencia creativa pero manteniendo la
esencia y los elementos importantes de la historia, que al fin y al cabo relata
la misma fábula.
GUÍA DE PERSONAJES
Antes de empezar esta
adaptación, he elaborado la lista de los personajes que iban a protagonizar la
historia. Una vez definido el perfil de cada uno, me ha resultado más fácil la
actuación de cada uno de ellos en la historia.
¡Os los presento!
Princesa – Catalina de Castilla. Una joven a punto
de cumplir 18 años. Soñadora, ambiciosa y algo inconformista.
Príncipe 1 – Dante de Asturias. Heredero del reino
de Asturias. Un joven apuesto pero de carácter pausado y algo soso.
Príncipe 2 – Diego de Galicia. Futuro Rey de
Galicia. Encantador y sonriente, pero poco agraciado.
Príncipe 3 – Durán de León. El príncipe que reinaría en León
al encontrar esposa. Era un joven bajito y rechoncho, pero muy valiente y
decidido.
Príncipe encantador– Alonso de Aragón. Era guapo,
bondadoso, inconformista y algo distraído. Futuro rey de Aragón. En edad
casadera pero sin compromiso.
Rey – Rodrigo de Castilla. El padre de Catalina. Era buen
padre pero muy severo en lo que a cumplir los deberes de la realeza se refiere.
Cocinero – Osorio. El chef del castillo aragonés.
Talentoso, descarado y sin pelos en la lengua. No es grosero ni se sale de su
papel de fiel criado de la realeza, aunque no duda en expresar su punto de
vista, guste o no al que lo escucha.
Guardia real. Los que vigilan el castillo y
sus alrededores. Encuentran a la princesa en una de sus guardias en territorio
Real Aragonés.
BIBLIOGRAFÍA
Labajo, I. Bloque 2
módulo docente Literatura Infantil. (2016). Madrid: La Salle.
Labajo, I.
Documentación complementaria bloque 1 Literatura Infantil. (2016). Madrid: La
Salle.
Herrero, J. Módulo docente Psicología de la Educación. (2015).
Madrid. La Salle.
WEBGRAFÍA
Imagen Cat-Skin de
Bluefooted
bluefooted.deviantart.com/art/Cat-Skin-69339329
Nombres de princesa -
http://www.guiainfantil.com/articulos/nombres/nombres-para-ninos/nombres-medievales-para-ninas/
http://www.guiainfantil.com/articulos/nombres/nombres-para-ninos/nombres-medievales-para-ninas/
Desarrollo niños de 6
años -
http://www.mamapsicologainfantil.com/ninos-y-ninas-de-5-6-anos-como-son/
http://www.mamapsicologainfantil.com/ninos-y-ninas-de-5-6-anos-como-son/
Y colorín colorado,
este cuento se ha acabado.
Y colorín colorete, ¡por la chimenea sele un cohete!