viernes, 18 de marzo de 2016

TODA CLASE DE PIELES


Érase una vez, en el Reino de Castilla, un Rey preocupado. Pues tenía una preciosa hija que pronto cumpliría dieciocho años y que debía casarse si quería convertirse en Reina. Pero la Princesa Catalina era cabezota, y no quería casarse con cualquiera. Quería casarse por amor, como las princesas de los cuentos. Ella soñaba con un príncipe guapo y encantador, que la llevara en su alto y blanco caballo por los verdes pastos. Un príncipe con quien pasear al atardecer por los alrededores del castillo entre risas y abrazos.

Al Rey Rodrigo se le acababa el tiempo, y como Catalina no conocía a ningún príncipe azul, le dijo:
-  Vendrán los príncipes herederos de la península, y entre ellos elegirás a tu futuro esposo.

Catalina no estaba de acuerdo, no quería casarse por nada del mundo obligada por su padre, debía ser una historia de cuento de hadas, como los que leía hasta altas horas de la madrugada entre las sábanas y que tanto la habían hecho soñar.

-  No, no y no – pensaba Catalina. Algo se le ocurriría para no tener que casarse todavía.

Faltaban apenas unos meses para el cumpleaños, pero su padre, para intentar convencerla ya la había dado su primer regalo. Era una pulsera de oro. Una maravillosa pulsera de la que colgaban unos adornos preciosos y era solo suya. Pero de pronto llamaron a la puerta y se rompió la magia:

-  El príncipe Dante de Asturias, el príncipe Diego de Galicia y el príncipe Durán de León. Anunció el ayudante del Rey.
-  ¡No puede ser! ¡Papá! – dijo Catalina con un ligero mareo.

Entraron los tres príncipes en la sala, con aires de grandeza y vista al frente.

-  Vaya rollo – pensó Catalina.

Dante era muy guapo, pero parecía bastante soso. Diego era delgaducho y feo, pero muy sonriente. Y Durán era… diferente. No parecía un príncipe, más bien un escudero. Era bajito, gordo y no muy agraciado.

-  Nooooooo. ¿Y ahora que hago?, vamos piensa, piensa, piensa… – decía Catalina en voz baja una y otra vez.

Entonces se le ocurrió una idea. ¡Estaba salvada! Si querían ganar su corazón, al menos debían regalarle algo que ella quisiera más que nada en el mundo. Como no podía enamorarse en cinco minutos de ninguno de ellos, ¿qué tenía de malo hacer que se esforzaran un poco por ganarse su aprecio?

Al primero le pidió un vestido tan dorado como el sol. Al segundo, un vestido tan plateado como la luna, y al tercero un vestido tan brillante como las estrellas. Y partieron los tres caballeros sin perder tiempo sobre sus bonitos caballos.

Al Rey no le había hecho mucha gracia la petición de Catalina, pero no le quedó más remedio que conformarse. Quien trajera el presente a la Princesa se casaría con ella.

Por desgracia para Catalina, después de dos largos meses, que para ella no fueron tan largos, llegaron los tres príncipes con orgullo y cargados de regalos para la chica.

-  No me lo creo – pensaba ella sin entender. ¿Qué hago? ¡Necesito más tiempo!

Abrió los paquetes y allí estaban. Eran precisos. Tres vestidos únicos y diferentes. Uno dorado como el sol, otro plateado como la luna y el último brillante como las estrellas. Eran simplemente perfectos. Pero seguía sin querer casarse con ninguno de ellos. De pronto, dijo:

- Muchas gracias por los vestidos, son preciosos. Estoy muy agradecida, pero como los tres habéis cumplido con lo que os pedía, os propongo otra cosa para terminar de decidirme. El que lo consiga será mi esposo y futuro Rey de Castilla junto a mi. Quiero un regalo de boda, un abrigo hecho con la piel de todos los animales que viven en el mundo. El primero que lo traiga ganará mi corazón.

Partieron los tres al atardecer, esta vez su tarea era más complicada, pero no se darían por vencidos hasta conseguir lo que la joven les había pedido.

Casi cuatro meses habían pasado y Catalina ya estaba tranquila pensando que había ganado a su padre, pero no era así. Un día la puerta se abrió y apareció el joven Dante. La Princesa lo miraba fijamente sin poder decir una palabra. ¡Había traído el abrigo!

Por lo menos era el mas guapo, pero tan soso... No le quería, no estaba dispuesta a pasar el resto de su vida con él y menos compartir el Reino.

Ya estaba todo dispuesto, el cumpleaños de Catalina iba a ser en una semana, y llegada esa fecha, se casarían. Lo celebrarían por todo lo alto y serían felices y comerían perdices. O eso es lo que decía el Rey Rodrigo al menos…

Al caer la noche, Catalina metió en una bolsa los vestidos, se puso el abrigo, cogió su pulsera con fuerza y huyó del castillo lo más rápido que pudo. No quería renunciar a sus sueños, así que decidió que ni Reina, ni marido, ni castillo, ni nada. Se fue sin mirar atrás y desapareció en el bosque.

Dormía de día y andaba de noche. Pasaron muchas noches y muchos días, y aun más y más hasta que no supo cómo contarlos. Había andado tanto… estaba tan cansada… y tan sucia… y tan triste… un ruido la sobresaltó y ya era demasiado tarde para correr.

¡La guardia real la había encontrado y la llevaban al castillo! Pero… ¡un momento! ¿dónde estaba? Ese no era su castillo. ¡Salvada!

Se tapó con el abrigo para que nadie la conociera por si acaso. El príncipe, al no conseguir saber su nombre, de donde venía o que hacia en el bosque, llamó a Osorio, el cocinero.

-  ¡Osorio! ¿puedes venir por favor?
-  Diga jefe – dijo el descarado chef
-  Esta niña va a ayudarte en la cocina hasta que sepamos qué hacer con ella
-  Bueno, algo apañaremos. ¡Vamos hija, que yo te llevo!

Catalina no quería decir quien era, si lo descubrían la llevarían de vuelta a Castilla y tendría que casarse con Dante y no quería eso por nada del mundo. Así que ella trabajaba duro y no hablaba apenas con nadie.

El príncipe Alonso, como todos los príncipes, debía encontrar una buena esposa. Aunque a él eso no le interesaba mucho, era su obligación si quería ser Rey. Los deberes de la realeza siempre interrumpía sus sueños, pero debía ser un buen Rey para su pueblo. Decidió dar una gran fiesta con la esperanza de encontrar alguna joven con quien pasar un buen rato y posiblemente una vida agradable y feliz.

La fiesta duraría tres días, y vendrían todas las muchachas casaderas de la península para conocer al joven Alonso e intentar convencerle de que alguna de ellas era la princesa de sus sueños.

Catalina, como buena princesa, adoraba las fiestas y estaba deseando ir. Le pidió permiso a Osorio. Como estaba todo preparado no tenían mucho más que hacer, así que el cocinero dijo que si. Pero con una condición: debía volver a tiempo para prepararle al príncipe la sopa que tomaba cada noche antes de irse a dormir.

Así lo hizo Catalina. El primer día, se puso un vestido tan dorado como el sol. Cuando el príncipe la vio no pudo evitar acercarse a ella, hablaron un poco y él intentó bailar con ella, pero la chica no quería que la descubriera así que en cuanto pudo se fue.

Se puso su ropa de trabajo, le preparó la cena y la subió a su habitación como le había dicho Osorio, el cocinero. No dejaba de pensar en el joven príncipe, quería volver a hablar con él, que la mirara de nuevo como lo había hecho. ¿Qué podía hacer?

Subió las escaleras, llamó a la puerta, dejó un plato de sopa muy caliente y se fue. Pero antes de irse, dejó caer uno de los colgantes de su pulsera, no sabia muy bien por qué pero lo hizo.

Cuando el príncipe acabo su cena, se fijo en un rincón del suelo, y encontró un pequeño objeto de oro. ¿Qué era eso?

El segundo día se puso otro vestido, tan plateado como la luna. Y estaba preciosa. Esta vez el príncipe fue derecho a ella, y estuvieron bailando toda la noche.

Al llegar media noche, Catalina corrió a vestirse con su ropa de nuevo. Hizo la cena del príncipe, subió las escaleras, llamó a la puerta, le dejo el plato de sopa caliente en la mesa, pero casualmente uno de los objetos de su pulsera calló dentro.

Cuando el príncipe lo encontró estuvo pensando un buen rato. ¿Qué misterio se ocultaba tras esos curiosos objetos?

El tercer día, la princesa se puso el vestido tan brillante como las estrellas. Catalina estaba nerviosa, había bailado con Alonso toda la noche y sentía que podía seguir haciéndolo el resto de su vida. ¿Se había enamorado?

Se le hizo muy tarde y no le dio tiempo a cambiarse de ropa. Se puso su abrigo por encima para que no la descubrieran, hizo la sopa y la subió corriendo a la habitación del príncipe. Esta vez dejó caer la última cuenta de su pulsera, al lado de la copa, muy a la vista.

Cuando el príncipe recibió la bandeja, no dejó que se fuera, y le preguntó si sabía algo de esos pequeños objetos. Catalina negó con la cabeza. Alonso le pidió que se acercara y que extendiera sus dos brazos, ella no puedo negarse. Al ver su pulsera incompleta dijo:
-  Sabía que eras tu. No me importa quien seas ni de donde vengas, pero debes ser mi esposa. ¿Te gustaría?

La chica dijo que si, no cabía duda, por fin se había enamorado y se habían cumplido sus sueños. Vivirían felices para siempre, comerían perdices, pasearían por el campo y nunca más tendría que ocultarse bajo toda clase de pieles.

Fin



¿A QUIÉN VA DIRIGIDA ESTA ADAPTACIÓN?

He pesando en niños de 6 años para esta adaptación ya que creo que aunque es un relato largo, es fácil de seguir. Está cargado de información pero es muy dinámico, por que pasan muchas cosas, y a esta edad los niños ya son capaces de entender el argumento de muchos cuentos.

Además, al ser una historia de princesas, caballeros valeroso, romance, aventuras y un poco de misterio, lo considero perfecto para introducirles una historia interesante y entretenida con la que conocer las fábulas de siempre, con algún toque histórico y mucha fantasía. Una combinación perfecta para la edad en que se encuentran.


REFLEXIONES RESPECTO AL ORIGINAL

Esta es una adaptación personal del cuento “Todo tipo de pieles”. Ya que está destinada a niños en edad preescolar, he modificado algunas cosas del original.

No he tratado el tema de la muerte. Aunque no se habla de la figura de la madre en todo el relato, no he aludido ni a su muerte ni a su vida, por lo que la interpretación de la falta de la misma en completamente libre. (En el original ella muere al dar a luz a su preciosa hija).

En cuanto a lo que pide la madre en su lecho de muerte a ese Rey triste y responsable, también he modificado algunas cosillas. No se alude en absoluto a la idea de que el padre volviera a casarse, aunque si se exige que la princesa Catalina contraiga matrimonio para heredar el reino de Castilla y convertirse en reina, que es por lo que ella acaba huyendo.

La herencia del collar materno con la corona, la moneda y la alianza, en esta versión es una pulsera con tres colgantes de oro. No se da importancia a qué es cada uno de ellos, sólo a que pertenecen a la misma pieza y que es de la princesa.

Quizá lo más difícil cuando escuché este relato era que el Rey era originalmente quien quería casarse con su propia hija para que se convirtiera en su nueva Reina. En esta versión, he decidido introducir a tres nuevos personajes, que deben ganarse el afecto de la princesa superando las pruebas que ella les impone para convencerla de quién es el más adecuado para ella. Este argumento lo hemos visto en muchas películas y leído en muchos cuentos infantiles, creo que es una manera de esquivar un tema complicado de explicar a los niños pero que mantiene el argumento de la historia sin cambiarla demasiado.

Creo que la adaptación respeta mucho el original, con un toque de cuento de hadas, quitando los matices más duros y con alguna licencia creativa pero manteniendo la esencia y los elementos importantes de la historia, que al fin y al cabo relata la misma fábula.


GUÍA DE PERSONAJES

Antes de empezar esta adaptación, he elaborado la lista de los personajes que iban a protagonizar la historia. Una vez definido el perfil de cada uno, me ha resultado más fácil la actuación de cada uno de ellos en la historia.

¡Os los presento!

Princesa – Catalina de Castilla. Una joven a punto de cumplir 18 años. Soñadora, ambiciosa y algo inconformista.

Príncipe 1 – Dante de Asturias. Heredero del reino de Asturias. Un joven apuesto pero de carácter pausado y algo soso.

Príncipe 2 – Diego de Galicia. Futuro Rey de Galicia. Encantador y sonriente, pero poco agraciado.

Príncipe 3 – Durán de León. El príncipe que reinaría en León al encontrar esposa. Era un joven bajito y rechoncho, pero muy valiente y decidido.

Príncipe encantador– Alonso de Aragón. Era guapo, bondadoso, inconformista y algo distraído. Futuro rey de Aragón. En edad casadera pero sin compromiso.

Rey – Rodrigo de Castilla. El padre de Catalina. Era buen padre pero muy severo en lo que a cumplir los deberes de la realeza se refiere.

Cocinero – Osorio. El chef del castillo aragonés. Talentoso, descarado y sin pelos en la lengua. No es grosero ni se sale de su papel de fiel criado de la realeza, aunque no duda en expresar su punto de vista, guste o no al que lo escucha.

Guardia real. Los que vigilan el castillo y sus alrededores. Encuentran a la princesa en una de sus guardias en territorio Real Aragonés.


BIBLIOGRAFÍA

Labajo, I. Bloque 2 módulo docente Literatura Infantil. (2016). Madrid: La Salle.
Labajo, I. Documentación complementaria bloque 1 Literatura Infantil. (2016). Madrid: La Salle.
Herrero, J. Módulo docente Psicología de la Educación. (2015). Madrid. La Salle.


WEBGRAFÍA

Imagen Cat-Skin de Bluefooted
bluefooted.deviantart.com/art/Cat-Skin-69339329


Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. 
Y colorín colorete, ¡por la chimenea sele un cohete!

4 comentarios:

  1. Hola Ana, me ha gustado mucho la adaptación que has hecho del cuento, creo que es muy original y que comprende perfectamente el vocabulario que has utilizado.

    También me ha encantado el detalle que has tenido añadiendo una guía de personajes donde nos explicas claramente quién es cada uno.

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    1. Hola Laura,
      ¡Muchas gracias por tu comentario! La verdad es que le he dado muchas vueltas a esta adaptación, y me alegro mucho de que te haya parecido que el vocabulario sea adecuado.
      Lo de la guía de personajes me ha venido fenomenal para que no se me despistara ningún personaje y marcar la diferencia entre las características tanto físicas como personales de los mismos.
      Gracias de nuevo por comentar.
      ¡Un saludo!

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  2. Tu adaptación es "casi" perfecta. Tienes que insistir en que, mientras trabajaba en el castillo del príncipe Alonso, SIEMPRE llevaba puesto el abrigo de Toda clase de pieles. Hablas de ropa de trabajo... y no queda claro que siempre iba cubierta por lo que el príncipe no podía reconocerla. La otra cuestión es un "calló" del verbo "caer" que tendría que ser "cayo".

    Revisa esas dos cuestiones y tu entrada será perfecta.

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