¡Hola!
Ya sé que os había dicho que me
despedía con la enorme reflexión del artículo final, pero llevo un par de meses
pensando si debía compartir esto con vosotros y aunque no lo tenía claro del
todo, no he podido resistirlo y al final, aquí estoy otra vez.
A modo de actividad voluntaria, voy a
compartir mi experiencia previa en el mundo de la literatura infantil a través
de una clase que ahora estoy dando y que siempre que trabajo esta asignatura
recuerdo. Cuanto más aprendo, más ganas tengo de compartir todo esto con mis
alumnos y probar nuevas técnicas que hemos visto a lo largo de este
cuatrimestre.
El año pasado, cuando me ofrecieron
dar el módulo de animación infantil del Curso de Monitores, me dijeron que
tenía la posibilidad de cambiar la forma de afrontar cada uno de las partes de
que se compone, así que me puse a darle vueltas y vueltas a ver si se me ocurría
algo rompedor y de cosecha propia para ponerle un toque personal a mi primera
experiencia en la docencia a adultos.
Cuando yo era alumna de ese módulo,
Cristina lo daba todo y la verdad es que resultaba fenomenal. Nos enseñaba un
poco de todo y de manera muy dinámica. Yo quería hacerlo sin perder su esencia,
conservando el sentido dinámico, lúdico, desenfadado… pero también quería meter
algo diferente.
Este módulo tiene cuatro partes:
pintacaras, globoflexia, juegos de infantil y cuentacuentos. Y precisamente con
mis escasos conocimientos de Literatura Infantil decidí tocar esa parte de mi
futura clase.
En la que participé como alumna, nos
dividíamos por grupos y hacíamos un cuento dramatizado, una lectura y una
narración. Aunque resultó bien, me parecía un poco soso, así que decidí que por
qué no convertir ese cuentacuentos en un guiñol con marionetas algo peculiar.
Para mi sesión propuse lo siguiente:
iba a dividir a los monitores en grupos y les iba a dar, al azar, un papelito
con el nombre de un cuento clásico. Les daría 15 minutos para que se lo
aprendieran y luego les daría el susto.
Los cuentos que elegí son:
-
Caperucita
y el Lobo
-
Los
tres cerditos
-
El
traje del emperador
-
El
príncipe y el mendigo
-
La
princesa y el guisante
-
Ricitos
de oro
-
Pedro
y el lobo
Monté una mesa grande con un mantel
para no ver a los alumnos detrás y que pudieran organizarse para la narración.
Cuando acabaron los quince minutos,
les presenté a los personajes que interpretarían su historia: una llama, un
cuervo, dos fraggles, dos ratones y un cocodrilo.
Me gusta mucho la reacción nerviosa de
los chicos cuando les digo que tienen que contar un cuento de toda la vida con
esas marionetas tan dispares, pero reconozco que el resultado es divertido,
entretenido y muy muy creativo.
Les doy cinco minutos para que asignen
los papeles de cada marioneta y empieza la actuación. Cuando acaban todos los
grupos, a los que voy llamando de manera desordenada al escenario, les doy unas
pautas generales para que perfeccionen su técnica desde lo que desde mi punto
de vista es correcto a la hora de llevar a cabo esta actividad para un público
de 0-6.
Estos son algunos de los consejos que
les doy para que capten mejor la atención de los niños:
- Cuidar el tono de voz: modular,
proyectarla, llamar la atención.
-
Si
se hacen voces, hay que ser conscientes de si se pueden hacer las de todos los
personajes. Si no, es confuso.
-
Cuidado
con las palabras que utilizamos. Los niños lo imitan todo. Nada de palabrotas
ni palabras mal sonantes.
-
Utilizar
un vocabulario asequible, si hay algún nuevo concepto o palabra más difícil, hacer
que lo expliquen los propios personajes.
-
Hay
que estar ordenados detrás del escenario para no liar a los niños con los
personajes que entran y salen.
-
Controlar
los tiempos entre que salen unos personajes y otros. Se puede utilizar al
narrador para tapar esos espacios y que no se aburran los niños.
-
Presentar
el cuento de manera motivadora y diciendo el título alto y claro para que todos
sepan qué es lo que van a ver y escuchar.
-
Cuidar
el cierre, animado, dramático, intrigante, pero dejar claro que se ha terminado
el cuento.
- Que no tengan miedo a la
improvisación. Muchas veces funciona.
Para terminar, les pongo esta cita de
Walt Disney: “Nuestro mayor recurso
natural es la mente de nuestros niños”.
Después de haber cursado la asignatura
de Literatura Infantil, entre la experiencia de esta modesta parte del módulo y
lo que he aprendido en este curso, me he dado cuenta de que puedo sacarle mucho
más partido. Enseñarles técnicas y estrategias muy distintas y más completas
para que tengan más recursos para enfrentarse al mundo de la animación infantil,
y disfrutar aprendiendo de las actividades que les propongo que siempre
resultan divertidas y originales.
Lo que quería trasmitir con esto, además
de mis escasos conocimientos previos, es que esta asignatura me ha ayudado en
el ámbito tanto académico como profesional, me ha motivado a seguir
aprendiendo y enseñando, y a descubrir contenidos
muy útiles para desarrollar todas las actividades, clases y campamentos en los
que pueda colaborar a partir de ahora.
Y ahora sí que sí, me despido, ¡hasta
pronto!
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Y colorín colorete, ¡por la chimenea sale un
cohete!.
Una aportación muy chula. Anotada.
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